En la Academia
Pensar el espacio
El proyecto del cono es una muestra de la desesperanza que primero me invadió al conocer el punto de vista de la filosofía. El pensar filosófico fue destruyendo poco a poco la certeza que tenía sobre las cosas. Empecé a pensar y con ello a dudar. Todo lo que creía poco a poco se fue derrumbando y me fue quitando la seguridad inocente de la proyección arquitectónica con la que había comenzado. El camino a pensar se abría pero a la vez se cerraba otro. Se cerraba tras de mi y devoraba la senda para siempre.
La historia es sobre una idea tan platónica como lo es un cono, una idea que tiene que ser llevada a la práctica para comprobar su imposibilidad. Una idea que desafiara la tradición de la construcción y las leyes de la física. La construcción de la casa de su hermana. La necesidad creadora que conlleva transformar esta idea demanda un proceso de continua y perpetua corrección. Corrección porque todo lo dicho, hecho y pensado es una falsificación sujeta a ser corregida. Y la corrección, otra falacia acometida al mismo proceso. Tras esta continua corrección está oculto el enfrentamiento del hombre contemporáneo contra el mundo. Está el pensamiento de Wittgenstein, y su visión de un mundo conformado por hechos y no cosas.
Es esta casa específica, diseñada con la intención de un guante, para ajustarse perfectamente a nuestras necesidades individuales, la que demuestra la imposibilidad de una casa. Una casa como las de antaño. Esta casa debería estar situada en el centro geométrico exacto del bosque de Kobernausse ( o Kundmanngasse), y debería servir como residencia y felicidad suprema de su hermana. La casa sería un cono. Un cono invertido, que más bien es una tumba. Una casa que nos lleva a pensar en una tumba, o en una casa inhabitable. O más bien es una tumba que sirve de casa al habitante.
Un mundo de imagen en donde estos vieneses veían a diario la causa de sus pasiones, contra el que luchaban en su quehacer, en un combate contra la degradación moral y estética. Era una lucha contra el valor de las cosas en la imagen, contra las artes aplicadas, contra el ornamento en el utensilio de uso diario, en la arquitectura como ciudad, en el lenguaje o en la música. Una lucha que toma vigencia, y que es en sí la crisis de la cultura de occidente; nos envuelve a diario y afecta el desarrollo de nuestras vidas.
De esta manera la arquitectura cambió para mi. Dejó de ser simplemente una búsqueda de la pregunta por el habitar y se transformó en algo más grande que un cuestionamiento arquitectónico. Ya no solamente me preguntaba por el habitar sino que la búsqueda del significado se volvió una pregunta por entender el momento en el cual estaba viviendo. Quería entender la época desenfrenada que me rodeaba y la pregunta empezó a incluir un cuestionamiento por la imagen. A partir de aquí el mundo de la imagen y el mundo de la arquitectura no se volverían a separar jamás en mis proyectos. Toda esta búsqueda se condensó en un solo elemento como excusa para entender el trasfondo filosófico de mi cuestionamiento. Mi búsqueda se convirtió en entender la pantalla como un elemento arquitectónico y jamás dejaría atrás este elemento. Mi arquitectura se comenzó a convertir en un estatuto. En una investigación personal que me seguiría llevando por caminos que jamás planeé. Así que la búsqueda sigue y la aventura para mi apenas comenzaba.