En la Academia
PENSAR EL ESPACIO
El debate arquitectónico de este fin de siglo, pone sobre la mesa diferentes campos que no son propiamente arquitectónicos. El proyecto arquitectónico está condicionado por diferentes aspectos que van más allá de un planteamiento arquitectónico por parte del arquitecto. Las normas de planeación, los deseos del cliente y la necesidad de una mayor ganancia económica sacrificando las calidades espaciales de la arquitectura. Estos son conceptos que anteriormente eran obstáculo para el arquitecto, hoy se entienden como determinantes del proyecto.
De aquí la pertinencia de preguntarnos acerca de estas nuevas determinantes. Hay que revalidar la actitud de la arquitectura frente a estos cambios sociales, culturales y económicos. Entender la dinámica de las relaciones que forman nuestras ciudades impulsa a modificar el discurso arquitectónico. Los nuevos ciudadanos han modificado la manera de relacionarse en la ciudad. Lo que anteriormente conformaba la vecindad, a sido transformado de manera radical. La vecindad concluía en cercanía. Bajo la influencia de las medios de comunicación contemporáneos la cercanía se aleja de la distancia. De la misma manera, modificando conceptos como distancia, cercanía o tiempo se transforman los dominios de lo público y lo privado. Con ello lo mío y lo tuyo y lo interno y externo.
En una sociedad como la que definíamos anteriormente, basada en los cambios en los procesos de comunicación que modifican la distancia y el espacio, también modifican la forma de la escritura y por consiguiente la arquitectura. Los medios de comunicación no sólo determinan por medio de la opinión publica el concepto de verdad y realidad sino que modifican el acto de transmisión y de comunicación. Para caracterizar los medios de comunicación tenemos que diferenciar y analizar las diferencias entre ellos. De igual manera hay que encontrar las igualdades y las características que los determinan. Dentro de los medios, encontramos los medios escritos, como prensa, revistas e incluso la red de información. Medios auditivos como el teléfono o la radio, y finalmente las medios audiovisuales como la televisión, el cine y la Internet. Conocer y distinguir entre ellos nos permite buscar el elemento común en donde confluyen. Son medios, que contienen un mensaje entre un emisor y un receptor. El código puede ser binario, alfabético, ondas electromagnéticas o incluso un haz de luz, pero para entrar en contacto con las personas necesitan un soporte, ya no es siquiera un papel, sino que la pantalla genera la posibilidad de sostener las estructura de lo medios en el mundo físico. La pantalla se nos revela como un nuevo elemento de la cotidianidad contemporánea que modifica nuestros comportamientos, nuestras relaciones y nuestra idea de ciudad.
El planteamiento de toda arquitectura se desarrolla en torno al límite que constituye el trazo arquitectónico. Un límite que separa lo privado y lo público o interno y externo. La pantalla influye sobre este límite de tal manera que lo privado se torna público en la medida que los medios entran en la esfera de lo privado de la vivienda. La pantalla es un medio desestructurador de la familia del individuo y del espacio-tiempo arquitectónico. Esta capacidad desarticuladora tiene que ser revisada por la arquitectura.
Un código arquitectónico refleja y determina el orden social del espacio público y privado. Este código ha sido gradualmente incrementado por el código del vídeo. A través de la pantalla se conectan alcobas, familias, clases sociales, culturas y dominios públicos y privados. De esta manera, al conectar arquitectónicamente diferentes regiones, el video cumple una función arquitectónica. Es por eso que un espacio público de vital importancia en nuestra ciudad es la televisión. En una ciudad gobernada por miedos y medios, los procesos comunicativos mediados se vuelven de carácter real. Lo público es opinión publica.