No puedes, no lo intentes, déjalo ya. Asume cual es tu lugar, acepta la cruda realidad y aprende a vivir con ella.
A veces sueñas con alcanzar el cielo, incluso te sientes capaz. Subes y subes sin pensar que cuanto más arriba estás, más dura será la caída. Las consecuencias no importan, interpretas que las nubes a tu alrededor son señal de que estás cerca, pero sigues subiendo y las nubes te rodean. En ese momento te paras a pensar y allí arriba, sumergido en un vapor que ciega la luz del sol, te preguntas en qué momento de tu vida te engañaste a ti mismo con ilusiones y fantasías que siempre habías tenido por absurdas. Haces memoria y te descubres riéndote de aquellos que emprendían vuelos, a tu entender, estúpidos y ahora eres tú quien tiembla como un niño asustado, a cien mil metros del suelo y con la certeza casi absoluta de que tu destino es la caída libre, de que tu final serán tus huesos crujiendo contra el suelo.
El maldito complejo humano, es que los humanos no somos seres de bondad, somos la mezcla entre la bondad y la maldad, entre mayor felicidad y bondad en nuestra vida, mas cerca de morir estamos, mas cerca de aquel sol estamos, de que la cera que une nuestras plumas de nuestras propias alas se nos derrita, por un acto divino, y que caigamos al abismo de la desconocida y temida muerte, pero ¿Como llegamos a esto…? El saber querer, el saber amar, el entender a la perfección a tus pares, el hacer felices a otros, y un millón de cosas mas, no deben dejar de lado a tu persona, porque en el fondo tu no puedes querer ni amar sin primero hacerlo contigo mismo, siempre experimentamos los primeros impulsos en nuestros cerebros, nuestra conciencia como victima, como actriz, como antagonista, nuestra conciencia como testigo, nuestra conciencia como amiga, tal vez que otros papeles puede experimentar nuestra dicha conciencia, que al fin y al cabo nos da «comprensión», y a medias, porque en el fondo ni siquiera nosotros mismos podemos entendernos, el «intentar» nos hace cometer errores, el cometer errores nos hace mas humanos aún…
Me he ido fabricando de a poco mis amadas alas para atreverme a volar al sol, querer tocarlo, el no saber que puede pasar me hace ser mas adicto a la sensación pura de interés, me hace querer acelerar el proceso de fabrica de aquellas alas, trato de compartir mas con mis seres queridos, trato de aconsejar a algunos, trato de entender a otros, y simplemente todo queda en «tratar», el maldito intento jamás se movió de mi cerebro, fue el pasado, presente y será el futuro, porque el tratar jamás pasara a ser el «lo estás haciendo», porque jamás pensé que podía pasar luego de intentar, en mi cerebro tan solo quedaba el intento, y los pasos a seguir para saber y entender como poder pasar del intento al hecho, era una confusión única que tan solo dependía de tres cosas, el momento en que estabas, tu posición mental y la posición mental del otro, deberíamos estar con la gente que estábamos ayer, al fin y al cabo todo ese tiempo lo disfrutamos y creemos que ahora estamos mejores, porque simplemente estamos construyendo un futuro, y en el fondo que es aquel futuro sin un pasado que te recuerde lo bien o lo mal que estuviste, para saber como debes estar en aquel momento.
Es entonces cuando pienso que es mejor quedarme detenido un momento, pensar mejor las cosas, sentarme en el marco de la ventana y contemplar el atardecer, es que con esta temperatura, que no sobre pasa los 20 grados, se puede hacer cualquier cosa, evité querer todo este tiempo, evité amar, evité conocer a gente que me pudiera atraer, y ahora que quiero hacerlo no consigo nada, el tiempo sigue pasando, el próximo año me voy de aquí, lejos, muy lejos, a un país vecino, sin importar lo que mis tierras natales tengan preparado para mi, no me interesa, no quiero seguir tratando de construir mis estúpidas alas, quiero poder estar totalmente consiente conmigo mismo, y darme cuenta que lo que soy simplemente es un humano con cerebro y cuerpo y con corazón, pulmón, y muchos otros órganos mas, que al fin y al cabo nos sirven de muy poco en este tipo de situaciones, porque mi corazón no hace mas que doler cuando estoy con angustia, y mi cerebro no hace mas que calentarse pasando la misma película una y otra vez…
Inhalar, exhalar..
Ahora viene el momento en que yo, y mi otro yo interno, podemos detenernos, decirnos mutuamente quienes somos, y entre aquellas pequeñas coincidencias estarán los verdaderos rasgos de mi personalidad…
Olvídate de pasarla bien en un momento tan triste, prefiero invertir tiempo en solucionar mis problemas y no distraerme, pensarlos un millón de veces hasta encontrar solución, y luego, recién luego de eso… Mirar al espejo, y decir, es un reflejo de mi verdadero yo, y que mi pecho, que mi cuerpo, se pueda usar como transporte, como industria, como fabrica, como procesador, de miles de sustancias para poder progresar, para poder distraer y eliminar todas estas malas experiencias que mi cerebro no sabe dejar de lado…
Por un lado la siquiatría habla del complejo de Ícaro, para referirse a una especie de trastorno bipolar, en el cual los estados de exaltamiento de una felicidad exagerada y una tristeza profunda se comparan con la cercanía al sol o al mar, que queman o mojan las alas. La incapacidad de mantener un vuelo medio, o un estado de animo parejo son la condición de esta manera de estar. En otra interpretación de este complejo esta la ambición del hombre por el conocimiento.
Existen dos maneras de escapar del Laberinto: la primera, siguiendo poco a poco el hilo del ovillo, como hizo Ariadna y Teseo, rastreando el terreno poco a poco; la segunda es utilizando todo el ingenio para alzar el vuelo.
Estas dos maneras de salir del Laberinto representan el esfuerzo por alcanzar el conocimiento de las ciencias, por una parte, y el de la reflexión filosófica, por otra. Ambas intentan conocer la realidad mediante dos caminos diferentes. La ciencia utiliza el método, la razón para adentrarse en los misterios del mundo. La filosofía adopta un punto de vista alto, más general, una visión global.
Claro que es más arriesgado, pero tiene la ventaja de la perspectiva: puedes ver el laberinto en su totalidad.