Claro, que naif de mi parte. Estudiar arquitectura para contestar una pregunta. Si, quería saber de que se trataba habitar. Saber que sentido tiene la existencia por medio de preguntas primordiales no parece una buena idea de que hacer con tu tiempo. Digo, pues trabajar, pagar facturas, comprar, vivir, en fin no deja tiempo para cuestionarse el por qué de la vida. En fin, nunca se sabe por que se emprenden las desiciones que afectan la vida sino al mirar atrás. De ser un feliz piloto a estudiante de arquitectura, haciendo planos, trasnochando mientras se han las maquetas, aprender sobre estructura, materiales, gerencia de obra no sonaba como un curso para entender el habitar humano. Por las razones que sean si bien, mis días eran creativos mis preguntas se diluían en estudia una carrera profesional.
Pero bueno, no esta del todo mal lo universal de la universidad. Tambien tuve clases de historia que me contaro del pasado. Del origen de la arquitectura. Y fue por medio de estas clases en donde con el tiempo entendi el tamaño de mi aventura. Envolviendome en los mitos del origen, en la fundación de Roma, en los grabados de Laugier, poco a poco fui entendiendo que hacer cajas de zapatos en cedritos no es lo que la arquitectura pretendia. Las normas del mercado transformaron al oficio en una especie de experto en la compresión espacial y ergonomica de los minimos aceptables para que viva un ser humano. Metros cuadrados, plantas minimas, manual de Nuefert. ¿Como termino el mercado convirtiendo el mundo y las ciudades en esas pequeñas cajas con baños y cocinas?
Por ese entonces, 1997, mi trabajo de taller era el de proyectar una vivienda para mi en un lote reducido. Tarea de arquitecto la de resolver con geometría las dificultades de un estrecho lote en la ciudad. Pero no solo eso, sino que debía ser la casa de mis sueños. Como era mi vivienda hablaba de cómo era mi habitar. Estaba cerca de mi propósito. Pero no solo era un asunto de diseñar, de proyectar un casa para mi, para hoy (en el año 1997) sino que era una pregunta sobre el mundo. Por ese año leía yo la Novela Corrección. De Thomas Bernhard. Me encontraba yo por ese año obsesionado con la Lectura de el filosofo Ludwig Wittgenstein, pues era ese momento de la vida que confrontas tu propia historia, que en mi caso eran las enseñanzas de Sigmund Freud, Que mi madre, dedicada psicoanalista había sembrado en mi pensamiento, el cual obviamente rechazaba.
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