LA KUNDMANNGASSE No. 19

Se halla en el tercer distrito y, precisamente, como dicen concienzudamente las guías de Kundmanngasse No.19. Es la famosa casa construida en 1926 por Paul Engelmann para Wittgenstein, el cual colaboró en el proyecto arquitectónico. Al llegar parece que la casa, que Wittgenstein hizo construir para su hermana, no existe, porque la calle pasa del número 13 al 21, saltándose los números intermedios; las calles están levantadas, interrumpidas por obras que parecen abandonadas. Con cierto esfuerzo, se descubre que la casa está del otro lado, y que la entrada se hacía por Parkgasse. El edificio, con sus formas cúbicas encajadas entre sí y su color amarillo-ocre sucio, parece un cajón vacío. Ahora es la sede de la embajada búlgara, que la ocupó y restauró en los años setenta, y de su sección cultural. Son las seis de la tarde, la puerta está abierta y hay alguna ventana iluminada pero no se ve a nadie; sobre una galería una mesa con cuatro sillas patas arriba. Dominan en el jardín dos grandes estatuas de bronce de Cirilo y Metodio, los dos santos eslavos que, obviamente no fueron colocados por Wittgenstein.

La racionalidad geométrica de esas formas arquitectónicas, deseadas por el filósofo que indagó en forma tan implacable las posibilidades y los límites del pensamiento, parece revelar ahora, en unas árida manifestación, una inutilidad que encoge el corazón. Nos preguntamos qué quería Wittgenstein con este edificio, si deseaba construir una casa o la prueba de la imposibilidad de una verdadera casa., de aquello que antaño se denominó hogar. Quién sabe qué límites querían trazar idealmente en su pensamiento esas formas cuadradas, qué inefables espacios e imágenes debían excluir ascéticamente, dejar fuera.

¿Qué será lo que Wittgenstein quería dejar afuera? ¿Por qué una casa ya no es una casa? ¿En qué momento dejó de ser el hogar, el arquetipo, la manera de habitar el mundo? Estas respuestas no tienen sentido si nosotros mismos olvidamos el asunto, y habitamos la imagen del mundo. Porque la casa, antes que naciéramos, e incluso antes que naciera cualquier persona que conozcamos, era la morada de nuestro cuerpo, en un mundo indiferenciable. La casa limitaba la familiaridad y era medida del mundo. Una casa fundada con el sacrificio, con el fuego transformador, que al convertirse en humo, transmitía su mensaje al cielo, a los dioses. El humo como vínculo entre cielo y tierra, como fuego en el hogar. La hoguera. La casa me enseñó el adentro y el afuera. Pero adentro se encerró el sujeto y creyó encontrar la libertad de ser. En sus objetos dejó su identidad, su memoria. La casa no encerraba nada. La casa, la primigenia forma de habitar, se perdió en la historia. Una casa que habita y conforma el mito. El mito que la razón pretende olvidar. La casa de Wittgenstein es la casa de Corrección. El cono es la racionalidad moderna y su habitante somos todos.

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About
Piloto, arquitecto, artista y creador audiovisual. Con 20 años de experiencia en la producción audiovisual en diversos trabajos en el Cine, Tele-Novelas, Documentales o Comerciales, a explorado los límites de habitar las imágenes. A través de esta búsqueda ha trabajado en espacios virtuales y en la construcción y diseño de arquitectura efímera. Además de estudios en estética es graduado de la Maestría en artes plásticas y visuales de la Universidad Nacional, en donde ha empezado a explorar la producción artística por medio de explorar el espacio como materia plástica, así como los rasgos de cielo y de lo celesteque evoca su pasado como piloto comercial. Amplios conocimientos en diseño, y líder de sus equipos de trabajo. Actualmente esta trabajando en un proyecto doctoral, que investiga la manera de crear un sustento ético basado en algoritmos; que permitan a la IA (Inteligencia artificial), explorar el arte y la creación como límite de la experiencia humana.