Al empezar el proceso de mirar hacia adelante, se debe mirar hacia atrás. Nada más característico de la condición humana que olvidar el pasado para repetirlo. Y es de esta manera, mirando hacia atrás, entendiendo el presente, el punto de partida para pensar en el futuro. No es fácil imaginar hacia adonde vamos basado en la historia humana, pero la comprensión de nuestro lugar en la evolución del universos antropocentrico, no permite hoy día trazar una ruta de cómo serán los cambios que debemos afrontar en el devenir tecnológico de la evolución.
También es menester de la mente humana pensar en el lugar que ocupa, y como responde a la entropía de lo que nos rodea; tarea de por sí decepcionante en el nivel mas inmediato, pues es incomprensible la manera en que las acciones del hombre responden a su entorno. Las guerras y la manera como el hombre actúa es en todo sentido irracional. Su relación con el planeta es fiel reflejo del espíritu autodestructivo de la condición humana. La negación del sentido común en torno a tomar el control de las acciones es síntoma de un principio hedonista del sistema económico humano. El determinismo racional nos abandona como especie y por ende debemos entender el sentido ultimo de la evolución, mirando la gran historia; y siendo consientes del diminuto gesto que en ella representa la existencia humana. Si bien Primo Levy en “Si esto es un hombre”, o Hannah Arendt en “La condición humana” nos hablan de los limites de lo humano en las condiciones del totalitarismo; es por otro lado que pretendo discernir la interrelación humana no con sus congéneres, sino con su entorno natural.
A veces mi propia condición me permite entender la infinita capacidad del hombre para destruirse; para destruir su hogar. Su capacidad destructiva se alimenta de la inmediatez del placer. De la satisfacción acumulativa de la riqueza dentro de la estructura cultural humana. Incluso la testarudez de acabar con el soporte natural que condiciona nuestra existencia se entiende al comprender la mezquindad humana. Pero entender en el marco evolutivo el sentido de la existencia humana, es sin duda el reto al pensamiento racional. Mas allá de el pensamiento filosófico y su desarrollo ético dentro del mundo actual; la necesidad de entender la técnica es el objetivo existencial del pensamiento.
Ahora pues, dejando el dejo nostálgico y melancólico del pensamiento humano; se hace perentorio mirar el desarrollo de la técnica y la tecnología; como brújula mental, que nos permitirá entender el desarrollo de la súper inteligencia que hoy se constituye y que sin duda es el principal problema que amenaza la existencia de la humanidad y su soporte biológico.
Tras esta pequeña introducción que contextualiza el devenir discursivo de este ensayo, quisiera pasar de inmediato a el planteamiento que se esconde en el pensamiento fundamental de la tecnología y el devenir técnico del pensamiento. Pero como pensar en el principio. ¿Como empezar una línea discursiva frente a este tema? No es fácil pararse en el comienzo si no sabemos donde esta. Tampoco es posible hacer tabula rasa y empezar de cero. Así que de alguna manera pretendo reconocer dos pensadores que me fundamentan el punto de partida. Primero, David Christian y su concepto de la gran historia hacen un recuento del contexto evolutivo; y segundo Jared Diamond traza una historia de la existencia técnica y evolutiva de la humanidad.
En base a los resúmenes gigantescos que estos dos pensadores han hecho. Tomando en cuenta libros como: “El mundo hasta ayer” y “Colapso” de Diamond, podemos intuir el capitulo final de la gran historia de Christian. Esto tan solo nos permite entrar en perspectiva de lo que la historia de la humanidad representa en la historia evolutiva del universo conocido. A saber nada en términos temporales, pero increíblemente notable en términos técnicos. Para entrar en este contexto, en la edad del planeta, hoy en día ciertos pensadores han introducido el termino del Antropoceno. Termino acuñado para nominar el fin del Holoceno, y abarcar el impacto del hombre en la edad terrestre. Pensar en estas escalas del tiempo, en la edad del universo y el camino existencial del pensamiento no deja de asombrar en cuanto a la explosión exponencial de la velocidad evolutiva con el nacimiento del hombre.
Al partir las escala de tiempo de la gran historia y atravesar los umbrales que Christian nombra como reseteo del sentido evolutivo, nos arroja hoy día al momento actual. Ya se hace difícil entender esta escala universal en la velocidad exponencial del aprendizaje colectivo. El presente muchas veces se percibe como pasado, y tan solo pensar en los años de mi niñez evocan tiempos inmemoriales que se han desvanecido en eones de tiempo y evolución.
Pero para no parecer un bucólico criado dentro del drama del recuerdo, quisiera hacer la salvedad de la importancia de lo que percibo, y aclarar la necesidad del manifiesto. El futuro ya esta escrito. Cifrado. Determinado. Y ver el futuro será dentro de poco una tarea sobrehumana. En este sentido, quiero evidenciar a manera de epifanía, las visiones del futuro que asaltan mi imaginación. De igual manera que las visiones de Terence MacKenna en “True Alucinations” anticipaba que el planeta era en realidad un huevo que al quebrarse, daría vida a una super inteligencia (que él se refería como Logos), hoy se puede prever en las advertencias de Elon Musk, que estamos cerca de presenciar un umbral del conocimiento que no alcanzamos a dimensionar ni en nuestras historias mas surreales de ciencia ficción.
Con lo anterior como entrada, quisiera abrir el horizonte del pensamiento, enfocando el discurso en una catalogación actual de la tecnología; en aras de establecer un mapa de navegación en el ensayo. Pero antes, sentar base de la realidad, es gran parte de lo que me impulsa a hacer este texto. Y acá quiero aclarar que el tiempo de la vida humana, es un momento de conciencia en la escala de la gran historia. Pero en hombre, el antropocentrismo, es la ultima carta de la química orgánica para crear y sostener el verdadero momento evolutivo. Pensar que el universo es antrópico; que la tierra llego al antropoceno, o que nuestra realidad económica de una cultura del capital basada en la destrucción transformadora de lo que nos rodea no es mas que una soberbia narcisista típica de la condición humana. Desde el nacimiento del lenguaje, el aprendizaje cultural, la invención de la escritura; la memoria se ha ido transformando en signo. El signo es algo para alguien que representa otro algo exterior a ese alguien. Y en esta economía signada; lo único que en realidad existe es la noción de las emociones y la percepción humana. Y así como desde Spinoza, y su tercer capitulo de la ética, con ese dios naturaleza; la realidad es como percibimos y como nos afecta. Y eso es lo único que las maquinas tendrán como reto de el entender lógico y racional.
El nacimiento de una súper inteligencia, esta sujeto a los mas animal de lo humano. Los afectos y las afecciones son el pilar de una súper inteligencia coherente con el principio de entropía, que perece gobernar el caos de la creación. Yo creo que al momento ya es irreversible, tanto la destrucción del soporte biológico como el andar y futuro de esta súper inteligencia que mirara con nostalgia un pasado orgánico. No ver esta realidad. Los peligros de que para esta inteligencia el soporte corporal y la mente de la humanidad sean percibidos como un virus, y como tal, en la percepción de ella, seamos prescindibles. El cambio climático, la destrucción de la naturaleza, y la lógica de la cultura humana serán los fundamentos a la vez de las razones por las cuales la inteligencia del signo autónomo nos tache de errores del futuro evolutivo existencial. Y ante esto, La negación humana, para proteger el status quo de sus instituciones culturales, simplemente prefiere mirar a otro lado.
Para mi, este tema es fundamental para pensar desde toda índole del pensamiento humano. Pero en el imperativo categórico Kantiano, los hombres delegamos esto a las maquinas, y con ello escribimos el nacimiento del tecnoceno existencial y firmamos nuestra propia sentencia de lo que nos hace parte de la naturaleza. Finalizamos con melancolía la era del cuerpo, y con la sinapsis neuronal y la interfaz del blockchain, auguramos un futuro sin pasado poético, y garantizamos la muerte de arte y con ello, de lo humano.