Al crecer conocí el arte por medio de los libros. Eran laminas que contaban historias en un álbum. La imagen que reproducía las obras ilustraban la historia del arte.
Solo al cumplir 30 años y salir de Colombia por primera vez, en un viaje a Europa, me enfrento con la obra y su obrar. Lo que en un momento fue ver la mujer con arete de perlas y la libertad guiando a su pueblo, como cromos en el álbum, tomo la dimensión real al ver el tamaño de cada obra en vivo. Pero no solo fue que la obra impresiono por su escala. Fue su actuar en mi, lo que modifico la comprensión de lo que hasta ahora consideraba el arte.
Pero en realidad, lo que mas me conmovió en algún momento en el museo fue una experiencia atípica. Me encontraba en el museo del Prado observando a Saturno devorando a su hijo de Goya. A mi lado un señor mayor miraba la solitaria sala que aparte de los dos, solo habitaban las obras y un adormilado guardia en una silla. Fue entonces cuando me golpeo. Literalmente, el viejo que a mi lado veía el cuadro, me golpeo fuertemente la espalda, su rostro aterrado daba mas miedo que el de Saturno desgarrando a mordiscos a sus hijos.
Lo se, le dije en primera instancia. Es conmovedor. Pero fue solo allí, mientras el viejo colapsába en el piso de la sala, cuando comprendí, que en realidad sufría de un ataque. El guardia despierta intempestivamente y llama por radio a los paramédicos del museo para una pronta atención. Claramente aterrado e impávido, el guardia me pide que me retire, lo que hago aun en shock, y mis pies de manera autónoma me sacaron no solo de la sala sino del museo. Termine en el parque el retiro, y cuando volví en mi, pude llorar, y como el hijo de Saturno comprendí la finitud intempestiva de la vida. Entre llanto y revelación, saque un cuaderno y un lápiz y le escribí una carta a mi padre, para hacerle saber que no seria devorado por el tiempo y que por ahora que compartíamos la conciencia efímera de la vida, quería dejarle claro que lo amo.
Estas experiencia me marcaron un camino en el arte. Casi siempre era un espectador pero finalmente terminaría acercándome al arte como creador. ¿Que afectos quería despertar? ¿Cual era la experiencia que tendría que transmitir en la obra?
El afecto de una sensación sobre los otros maravillaba la mirada de las obras maestras de la historia del arte. Pero en estos tiempos el arte tiene otro efecto, otros afectos. La obra de arte esta en una época de reproductibilidad técnica.
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